-Biografía de Silvana Mangano-
(Roma, 1930 - Madrid, 1989)
Hija de un ferroviario siciliano y de una mujer inglesa que soñaba con triunfar en el baile, estudió danza clásica con Jia Ruskaja , participó en varios concursos de belleza (a la edad de 16 años fue elegida Miss Roma) y apareció como comparsa en películas de cierto prestigio (“Il delitto di Giovanni Episcopo”, 1947, de Alberto Lattuada). Su consagración llegó de repente con “Arroz amargo (Riso amaro)” (1949) de Giuseppe De Santis: como recolectora de arroz, gracias a su piel nívea, sus piernas y su aire descarado, su exuberancia la impuso como primer símbolo sexual en la Italia de la posguerra, una especie de respuesta nacional a la hollywoodiana Rita Hayworth. Su boda con el productor Dino De Laurentiis, ese mismo año, le permitió encarrilar perfectamente su carrera: así pudo trabajar con los más conocidos intérpretes italianos (Gassman, Vallone, Nazzari, Sordi) e internacionales (Douglas, Quinn, Perkins), bajo la dirección de cineastas de prestigio (Camerini, De Sica, Lizzani, Monicelli, Visconti, Pasolini). Siguió siendo seductora y pasional en “El lobo de la Sila (Il lupo della Sila)” (1949) de Duilio Coletti y en “Il brigante Musolino” (1950) de Camerini, mientras que en “Ana (Anna)” (1952) de Lattuada interpretó a una bailarina de club nocturno que se hacía monja y en “El oro de Nápoles (L’oro di Napoli)” (1954, el episodio “Teresa”) de Vittorio De Sica fue una prostituta que se casa. Tras protagonizar, al lado de Yves Montand, una película de De Santis, “Hombres y lobos (Uomini e lupi)” (1957), también interpretó papeles de comedia - en “La gran guerra (La grande guerra)” (1959) de Mario Monicelli y “Crimine” (1961) de Mario Camerini - pero siguió privilegiando los dramáticos, como la intensa Edda Ciano de “Il processo di Verona” (1963) de Carlo Lizzani. Se volvió cada vez selectiva a la hora de aceptar papeles y trabajó preferentemente en películas de calidad, bajo la dirección de Pasolini (fue Yocasta en “Edipo, el hijo de la fortuna (Edipo re)”, 1967, e inquieta burguesa en “Teorema”, 1968) y Visconti (en “Muerte en Venecia (Morte a Venezia)”, 1971, fue la madre de Tadzio; en “Ludwig”, 1973, y “Confidencias (Gruppo di famiglia in un interno)”, 1974, dio vida a personajes turbios y pérfidos). Se retiró del cine a mediados de los años setenta para dedicarse exclusivamente a su familia, pero volvió en 1984, participando en “Dune” de David Lynch, producido por su hija Raffaella; finalmente, se despidió encarnando de forma inolvidable a la esposa del atípico viajero - un magnífico Marcello Mastroianni - en “Ojos negros (Oci Ciornie)” (1987) de Nikita Michalkov. Después de la trágica pérdida de su adorado hijo Federico, se separó de su marido - con el que desde hacía tiempo, vivía en Estados Unidos - y volvió a Europa. Víctima de un cáncer de pulmón, murió en 1989 en una clínica madrileña.
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